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lunes, 30 de mayo de 2011

VISIÓN DE LAS GENTES



Todas las llaves en el terreno de la frustración, todos los pesares y todas las cobardías, todo aquello que puede hacerte enfermar y todo lo que cura. El sonido invisible y elástico del restallar de la vida cuando enfilé la callé y las personas me parecían mucho más pequeñas, sencillas, viejas y descoloridas como figuras cansadas
y vi el hombre cuya sonrisa podía exterminar
y vi el principio de las personas, allí donde son débiles
y vi las estaciones que fugazmente se sucedían,
los reinos infectados flotando en sus burbujas,
la arquitectura inmensa de una flor.
Vi todo esto con los ojos huraños y ensoberbecidos
y el universo me devolvió a su antigua ironía
hasta que pude aplacarme con su vastedad,
vi los cansados reluciendo con sus coronas de sudor,
vi los muertos felices que olvidaban sus nombres,
y vi la majestad de lo nunca tocado
hasta que pude penetrar en lo invisible,
soñar con los olores desconocidos
y ver la lejanía en la profundidad
así yo supe que me había cansado de lo que soy.
En ese instante vinieron hacia mí las fuentes conocidas:
el ardor de la gracia, el espejismo de la piedad y la delicadeza de la mística,
me enaltecieron en las heridas del orgullo,
hicieron de mi vida una ficción digna de ser cantada
pero ya todo me sabía a ceniza.
Vi a los trenes cargarse con los cuerpos hacia lugares donde sólo se duerme,
y vi las luces en las ventanas de los lugares en donde se quería vivir,
tuve un momento para la pena de reconocer el pasado
y alumbré con el desasosiego la esperanza,
la inutilidad de la voces,
la línea blanda del creer
hasta que tuve la vocación del infinito.
Por ello vi a las gentes como aquello que eran,
lo que tan sólo podían ser,
esparcimiento de la mediocridad, la reclusión y la maledicencia,
señales del dolor
que hacen que de repente la inspiración aparezca...
¡El objetivo se clarifica en los iones de la tierra,
la marcha del reloj del laberinto de la antiguas pesadillas
busca los días de la luz pesada,
los seres a cubierto de su piel,
esta promesa que me enmarca en los días de la fuerza,
la nada me hace un sitio en la calle,
la mancha de la humanidad se extiende por mis alrededores
hasta ahora he sido un subproducto de mí
pero puedo alimentar los reflejos de las ascuas de estrellas
puedo hacer crecer magníficos destellos en la asombrosa realidad,
yo tomo el polvo con mi mano, las infinitas constelaciones,
la riada sin número ni nombres de las metamorfosis,
yo soy su cavidad y las albergo en el presente de mi pecho plano
para que me alimenten y me produzcan en la repleta magnanimidad!
¡Oh, vacío sin dueño,
qué destacado y seco ya es tu viejo dominio
porque yo vengo del diario de la oscuridad,
yo contengo en mis entrañas el libro y sus efectos
y mi epidermis es una plaga que permanece sobre la boca abierta
y de mí se alimentan los pensantes, los conturbados y los sucios
y en mi cerebro forman con sus ansias la extraña comunión,
el desfile de monjas penetradas y niños sin cabeza,
el horror de las humillaciones y la resurrección de la guerra,
yo soy el dueño de la escarcha y la furibundez del mendigo,
soy las callosas manos del vengativo y la crecida línea de la muerte,
soy la claudicación, el estertor y la guadaña abierta,
las razas duermen infinitas en la memoria de lo que queda de mí y mi cerebro comunica con los ejércitos de los harapientos
y en mi interior convoco a los inícuos y a los adecuados,
ejército de lepra y fauna de cuchillas y de santos danzantes,
soy la locura de las vírgenes y el escarmiento de las palomas y las serpientes,
en mi ha nacido la ebriedad y la desdicha y su reverso de iluminación y
fortuna,)
camino sobre los cráneos rotos y sobre las enlazadas almas,
subo por la escalera de Jacob hasta las torres mancilladas del paraíso
donde los ángeles nos aprueban o mortifican.
Es el día de la máscara rota y de la gota de sangre que tiñe el agua limpia.
Es el día de la derrota amarga y la victoria de la injusticia.
Es el momento de la confusión y las cadenas enmohecidas.
Es el instante fugaz de la gloria que se dibuja en las laderas del espejismo.
Mi corazón se llena absorto de los colores de la destrucción
sobre la tela quemada de un lienzo de locura.
Ya no padezco los arrebatos místicos de la piedad,
sólo proyecto la sombra de los guerreros y los farsantes,
yo que en mi mano puedo apretar un mundo
no alcanzo a mesurar el cloroformo de las cosas comunes
y se delata la tragedia del ocaso del todo,
las fuentes prometidas de las que mana tierra seca.

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