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martes, 12 de abril de 2011

LA ORILLA DE LAS LLAMAS

Dios está con nosotros y con nuestras ansias

y con nuestras ramas ardiendo bajo nuestros pies.

Dios está con la paz de los que no nos dejaron en paz

y Dios está muerto con los que nunca han cambiado de Dios muerto:

los alucinados en tu contra de las mentiras,

los inocentes inocentes,

los que avinagraron el vino de la benignidad de Cristo,

los que untaron con agua verdinegra la sangre de los justos,

los que volvieron hasta las cuevas donde ardían los vivos,

los que escucharon las voces sobre la tierra de los enemigos,

los persiguientes perseguidos,

los iluminados luminosos,

los que nunca descansaron de cansarse.

Dios está con nosotros

y con el precio exacto de los exaltados,

la dignidad de los reconocidos,

la cofradía de los fraudes,

los rampantes ramplones con sus uñas roñosas que hacen años añicos.

Dios está con nosotros,

con los que no nos consumimos,

con los que los de arriba satisfacemos nuestros delitos.

Dios se encuentra a la orilla de las llamas

escuchando su grito que dice la orilla de las llamas.

(Como si no hubiera con qué hacerle frente en ningún libro abierto que doliera lo mismo que una verdad a los ojos.)

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